lunes, 10 de noviembre de 2014

EROS Y PSYCHE

                        EROS Y PSYCHE

           Psyche era una princesa muy bella. Tenia dos hermanas más pequeñas, de la cual eran también muy bellas, pero Psyche lo era mucho más. Sus dos hermanas pequeñas enseguida encontraron esposo pero a ella no se le acercaba ninguno. El tiempo pasaba. Sus padres estaban muy preocupados y decidieron ir a ver al oráculo de Delfos y éste les dijo que debían vestir a la doncella como para una boda y que debían llevarla a lo alto de una montaña y abandonarla allí. Entonces, un monstruo alado aparecería y se la llevaría para siempre. Y así lo hicieron. Los padres regresaron llorando porque dejaban a su hija para siempre. Se hizo de noche, y la doncella se quedo dormida. Llegó el monstruo y se la llevó volando. La depositó en un valle maravilloso, todo lleno de flores y se despertó sola. Echó a andar hasta que llegó a un palacio precioso de mármol blanco. Las puertas se abrieron ante su presencia y un gran número de sirvientes y criadas le dieron vestidos maravillosos, joyas riquísimas y mangares de toda clase. De esa manera fue como pasó el día, pero en cuanto cayó la noche y la doncella se durmió, se le acercó el monstruo y le pidió que no le mirara a la cara. A ella no le parecía tan monstruo, pero igualmente no le miró a la cara, tal y como él se lo pidió. Los días transcurrieron felices porque el monstruo, durante el día desaparecía. Un día, mejor dicho una noche, ella le pidió volver a ver a sus padres y él, accedió. Volvió a alzarla y la condujo hasta esa montaña colmada de regalos. Llegó al palacio de su padre y la recibieron con mucha alegría, y sus hermanas también lo hicieron. Sus hermanas tenían mucha envidia, porque pensaban que tenia mucha suerte, pero entonces ella les confesó que nunca le había visto la cara al monstruo. Las hermanas le dijeron que encendiera una lámpara por la noche y que lo mirara. Y así lo prometió. Volvió de palacio en brazos de su amado monstruo, y en medio de la noche, se levantó, cojió una lámpara de aceite y alumbró su rostro. Entonces vio que su amado, no era un monstruo, sino tan bello, que del susto se le cayó una gota de aceite de la lámpara y despertó a Eros, el dios del amor. Immediatamente, desapareció de su lado y ella desposeída de todos sus bienes, iba errante. Estaba muy triste y cada vez más abandonada, y se abandonó más. Al final, Eros, se apiadó de ella y vivieron felices por el resto de sus vidas.

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